Star Wars
La amenaza fantasma


 

En la colección: Star Wars

Tipo: Novela


Lo peor de esta novelización es, sin duda, la traducción. No es que Terry Brooks me parezca un prodigio de autor, pero el pobre no se merecía el desaguisado editorial que Planeta (la propietaria en ese momento de Martínez Roca) le armó con la versión española de esta novela.

Si miramos la página de créditos veremos que hay tres traductores acreditados. No es que uno haya hecho una primera versión en español y que los restantes la hayan revisado, por ejemplo. No, cada uno ha traducido un tercio distinto de la novela. Nada que objetar hasta ahí. El problema viene cuando nadie se ha tomado la molestia de revisar cada tercio y unificar la traducción.

Así, la novela está plagada de términos que unas veces se traducen de un modo y otras, de otro totalmente distinto. Se nota especialmente en los neologismos y en la terminología tecnológica propia del universo de Star Wars. En ningún momento hubo el menor contacto entre las personas que tradujeron la novela y nunca se creo un glosario que las tres pudieran usar, llegando al resultado absolutamente esperpéntico que hay tras las tapas de este libro.

Quiero, eso sí, exonerar por completo a los traductores por lo ocurrido. La chapuza es puramente editorial. Editorial fue la decisión de trocear la traducción entre tres personas, editorial fue la decisión de que que las tres personas no se coordinaran y editorial fue la decisión de no realizar una revisión que unificase términos.

En un universo racional, una chapuza de este calibre sería más que suficiente para que los lectores boicoteasen a la editorial (sobre todo teniendo en cuenta que ni siquiera era la primera vez, el Grupo Planeta es un auténtico Master del Universo en chapuzas editoriales como esta). En el mundo real en el que vivimos, la cosa pasó sin pena ni gloria y aparentemente no le preocupó a nadie.

En cuanto a la novela en sí, no hay mucho que decir. Viste de carne narrativa el guion original de Lucas y lo hace de un modo que, sin ser brillante, tampoco es incompetente, que es lo que se suele exigir en este tipo de novelizaciones. Vamos, que no es Alan Dean Foster, pero por suerte tampoco es Kevin J. Anderson.