Considero el Superman de Richard Donner una de las mejores películas de superhéroes de todos los tiempos, quizá incluso la mejor, además de ser una de las mejores películas de género fantástico del pasado siglo. Cuando supe que existía una versión de tres horas no pude resistir la tentación de hacerme con ella. Los fans, me temo, no podemos evitar el pensamiento de que más de lo que nos gusta es siempre mejor, idea a menudo engañosa.

Como en este caso.

No, no es que el montaje de tres horas convierta la película en un coñazo o la estropee (es muy difícil estropear esta película), pero en el fondo tampoco aporta nada. Todos los momentos relevantes que no pasaron a la versión cinematrográfica y que merecían haber estado en ella ya habían sido incorporados por el propio Richard Donner a la edición especial que realizó hace unos cuantos años (más o menos por la época en la que intentó recuperar su montaje de Superman II) y que está versión incluye en un segundo disco. De hecho, esa edición especial recuperaba la que, a mi entender, era la escena que jamás debió haber sido eliminada del montaje cinematográfico: aquella en la que Superman, tras su primera aparición pública, está en la Fortaleza de la Soledad hablando con el fantasma digital de Jor-el, su padre kryptoniano, y donde se reflexiona sobre los peligros de la fama y de la vanidad humana. Esa escena muestra un Superman vulnerable, no ajeno a los cantos de sirena de la popularidad, y lo vuelve por tanto más humano.

El montaje de tres horas se dedica básicamente a alargar escenas ya existentes, en muchos casos de forma innecesaria, como en el hackeo por parte de Luthor de los dos misiles nucleares, donde rompe por completo el ritmo simplemente para incluir un par de chistes más a costa de Othis que ni siquiera tienen demasiada gracia. En otras ocasiones, la escenas se han extendido con tan poca atención a los detalles que, por ejemplo, en el momento en que un ladrón trepa con ventosas por un edificio hasta que pilla accidentalmente el pie de Superman, se muestra dos veces la salida del caco por el agujero que ha abierto en la ventana. Se podría pensar que ha robado en dos pisos distintos y que, por tanto, son dos momentos diferentes si no fuese porque el agujero en cuestión es idéntico en ambos casos (triangular y con los bordes irregulares) y situado en el mismo sitio (la parte inferior izquierda de la ventana).

En cuanto a las extrañas fieras que al parecer tiene Luthor en su guarida, las dos escenas que giran alrededor de ellas son tan ridículas (tan de tebeo en el peor sentido posible de la palabra) que casi parecen más sacadas de Superman IV, en busca de la paz, que de esta película.

Como curiosidad, sobre todo si se es fan del personaje y de la película, puede ser interasente ver esta versión por puro completismo, pero tampoco se habría perdido nada de no haber existido. Fue creada, por cierto, para televisión por el estudio, sin que Richard Donner tuviese nada que ver con ella. Ese origen televisivo se nota especialmente en el sonido, que ni lejos tiene la calidad que debería.

Me sigo quedando con la edición especial, no solo porque es la que se hizo según los deseos de Donner, sino porque en ella los añadidos tienen sentido narrativo y en algunos casos son muy importantes para comprender al personaje.