Mundo Desconocido
Mundo Desconocido Extra 2

 

Traducción de Teresa Maestre Alcaraz

Año de publicación: 1981

Tipo: Revista, 134 páginas

Género: Esoterismo


Traducción de The Necronomicon: The Book of Dead Names (Neviller Spearman, 1978), coordinado por George Hay y escrito por David Langford y Robert Turner, con un prólogo de Colin Wilson.


Estamos ante un falso ensayo en el que se pretende haber descubierto una copia del Necronomicon (concretamente la que estaba en poder de John Dee, el astrólogo de Isabel I de Inglaterra). Tal copia está cifrada y el libro detalla, entre otras cosas, el proceso de desciframiento.

Se incluyen al final unos «fragmentos» de ese Necronomicon.

La mayor diferencia entre la edición inglesa y la española es que la primera no es más que un divertimento más o menos erudito con las ficciones de Lovecraft, mientras que la segunda, habida cuenta de dónde se publica, pretende pasar todo el asunto por real. O eso espera el editor español que crean los lectores, en todo caso.

Como sea, el panfletillo me sería útil posteriormente en mi carrera como escritor. Cuando me puse a escribir allá por 1993 lo que sería La sabiduría de los muertos y decidí unir los destinos de Sherlock Holmes y el Necronomicon, me vino de perlas que «existiera» una copia inglesa del famoso grimorio, así que usé sin cortarme un pelo la historia de que se trataba de una versión traducida por John Dee.

En realidad, ya antes había usado parte de las ideas del libro (mencionándolo incluso en la bibliografía) en un relato titulado «Hijos de la misma noche» que adoptaba la forma de un falso artículo donde un catedrático norteamericano de literatura, tras años de investigaciones, descubría que H. P. Lovecraft y Jorge Luis Borges se habían conocido y el segundo había leído el Necronomicon que el primero poseía.

El relato surgió de una anécdota personal: descubrí a ambos autores en la adolescencia, casi a la vez, y a menudo mezclaba las imágenes de los relatos de uno con las de los cuentos del otro, como si, a pesar de las diferencia estilísticas evidentes, ambos hubieran bebido de la misma fuente imaginativa.

Jugué un poco con esa idea y decidí que, en la ficción, eso no se debía a mi empanada mental fruto de la explosión hormonal de la adolescencia (o quién sabe si me acompaña desde el nacimiento, difícil cuestión) sino a que, en efecto, había una relación entre ambos autores. Tal relación solo podía ser el Necronomicon, evidentemente.

El relato apareció publicado originalmente en el tercer número del fanzine Sueño del fevre, editado por Carlos Díaz Maroto. Si os interesa, podéis encontrarlo en Disfraces parecidos a mi piel, que contiene mi narrativa breve casi completa.

* * *

Volviendo al libro, no es un mal divertimento. Está escrito con una deliciosa plausibilidad y enhebra ficción y realidad bastante bien, así que el resultado es convincente, por más que sepamos que se trata de pura ficción.

Confieso que que cuando eres adolescente (tendría 16 años cuando pillé esto), estas cosas impresionan.

Estoy seguro de hay decenas, quién sabe si centenares, de falsos ensayos inspirados por las creaciones de Lovecraft. Solo conozco este (moderadamente divertido y bastante bien armado) y el El novísimo algazife o Libro de las postrimerías, del gran Rafael Llopis, muy superior en todos los aspectos y que no estaría mal que alguien reeditase, qué narices.

Pero eso ya es otra historia, naturalmente.