El demonio en el interior de Siriel

 

Editor: Dorna

Año de publicación: 2019

Tipo: Novela, 476 páginas

Género: Fantasía


Compré este libro por dos motivos: me gustó mucho la portada (tanto la ilustración en sí como el diseño) y había leído previamente un relato de su autore que me había parecido bastante interesente. Así que decidí darle una oportunidad.

No me he arrepentido.

Estamos ante una novela en que la acción interior predomina sobre la peripecia externa, donde lo que piensan los personajes y la forma en que reaccionan a los actos de otros y cómo les afecta eso anímica y éticamente es mucho más importante que lo que pasa. No digo esto como un defecto, aclaro, y si alguien puede, llevado por mis palabras, suponer que estamos ante una novela aburrida, me apresuro a desmentirlo. 

Es cierto que no tiene un ritmo trepidante, pero tampoco lo necesita. Estamos ante una novela que respira con tranquilidad y en la que es muy fácil entrar y, una vez dentro, dejarse llevar y navegar por la mente del personaje central mientras a nuestro alrededor se va componiendo el mapa de su vida y sus relaciones, así como el mapa de un muy interesante universo de ficción.

Y es que los dos puntos fuertes de El demonio en el interior de Siriel son precisamente el escenario que construye y los diferentes conflictos de los personajes.

En el primer caso, estamos ante un caso claro de escenario que es demasiado grande para una sola novela. Es un universo de distintos planos, plagado de demonios (unos útiles, otros peligrosos, algunos ambas cosas) y de sorprendentes ángeles que funcionan casi como demiurgos, pero en el que no parece haber espacio para un Dios creador o, en todo caso, no está muy claro si lo hay. Un universo que en algunos casos me recordó el tratamiento que hace de la magia y los demonios el autor Roger Zelazny en sus obras Dilvish, el maldito y La tierra cambiante. Esto, sin duda tiene más que ver con mis propias referencias que con las de le autore, ya que me consta que Guille Jiménez no ha leído esas obras de Zelazny. Sin embargo, a estas alturas no creo que a nadie le sorprenda cómo funcionan las influencias intertextuales y no resulta nada extraño acabar siendo influido por una obra que no se ha leído, por paradójico que pueda resultar a primera vista.

En cuanto a los personajes, sin duda el más relevante es ese Siriel que vemos en el título, que se dedica a cazar demonios y salvar distintos planos de la realidad gracias a su magia, hasta el día en que descubre que su mente ya no puede acceder a la zona de su cuerpo hábil para la magia porque alguien ha partido, literalmente, su mente en dos, al seccionarle el cuerpo calloso que comunica ambos hemisferios cerebrales.

Con esa premisa, Jiménez construye una muy interesante reflexión sobre la identidad (en todos los sentidos posibles de la palabra, diría), que acaba siendo el tema centra de la novela, a medida que Siriel va buscando formas de recuperar la mente y la vida que tenía; vida que, sin que pueda controlarla, se va volviendo cada vez más complicada. Durante ese viaje (que a veces tiene algo de huida) Siriel encontrará diversos personajes que van ayudar a a definir lo que es, cómo lo es y por qué lo es.

Espero que haya más novelas ambientadas en lo que tiene pinta de ser un universo fascinante y del que apenas hemos tenido un atisbo en esta primera novela. De momento, esta primera entrega me ha resultado muy satisfactoria y me ha dejado con ganas de más.