Regreso al futuro. La trilogía

 

Director: Robert Zemeckis

Tipo: Pack


Es frecuente que el viaje temporal se utilice como poco más que excusa argumental, un puro mcguffin, especialmente en el cine. Sin embargo se convierte un elemento imprescindible de la trama de Regreso al futuro, hasta el punto que cada una de las películas se sustenta en una, o varias, paradojas temporales, sin las que los filmes no funcionarían.

Quizá el motivo para que esta trilogía haya sido considerada como «menor» por los aficionados, reside precisamente en su tercera parte, cuya apariencia de western camufló quizá demasiado bien un estupendo proto steam punk en el que los elementos del viaje en el tiempo y sus inevitables paradojas, sin bien ocupan poco metraje, resultan indispensables para la resolución satisfactoria de la trama.

Como otras historias de viajes en el tiempo, las tres películas juegan con la nostalgia de un pasado que, seguramente, nunca fue como recordarmos. Los años cincuenta de los rebeldes sin causa y el western de las ciudades sin ley, desde luego, pero también los años ochenta que son el presente a lo largo de toda la trama y que para nosotros, más de treinta años después, se convierten en un cliché nostálgico tanto o más como lo fueron para los responsables de la trilogía las otras dos épocas. En cuanto al futuro que se visita en la segunda entrega, podemos decir otro tanto, con todo lo que tiene de futuro imaginado en una época pasada y que, inevitablemente, nunca llegará a ser como esperábamos o temíamos.

Es curioso, por otro lado, el título de la película, pues ese futuro al que Mary McFly intenta regresar es, en realidad, su presente. Presente que altera una y otra vez con sus continuos viajes en el tiempo y que, en cierto modo, podríamos decir que va retocando aquí y allá (casi siempre de un modo inconsciente, sin saber muy bien lo que hace y, a menudo, de una forma atropellada y un tanto desesperada, buscando arreglar sus propias torpezas o las de los demás) hasta dejarlo bien a su gusto. Cuando la trilogía se cierra, de hecho, ha conseguido poner en su sitio, no solo el presente, sino su futuro personal, pues aquella visión premonitoria de su propia decadencia que tuvo en la segunda entrega de la saga se ha convertido en un futurible que, presumimos, ya no se realizará.

Es posible que a más de uno le sorprenda descubrir que, en ningún momento, Regreso al futuro fue concebido como una trilogía, sino como una única película en la que sus responsables contaron, o creyeron contar, cuanto querían. En realidad es fácil verlo retrospectivamente: el que la novia de Marty suba con ellos a la máquina del tiempo al final de la primera película hace que los guionistas de la continuación se pasen buena parte de la siguiente entrega pensando en cómo deshacerse de ella. Algo que no habría sido necesario de haber tenido continuaciones en mente: el personaje no habría aparecido al final de la primera cinta, y punto.

Fue el éxito de taquilla de esta primera película lo que motivó la posibilidad de una secuela. Conscientes Zemeckis y Bob Gale (guionistas de la saga, director el uno y productor el otro) de que el estudio haría las continuaciones con o sin ellos, decidieron subirse al carro y procurar, cuando menos, que el resultado les resultara satisfactorio.

Cuando aceptó la oferta de dirigir las continuaciones, Zemeckis estaba rodando ¿Quién engañó a Roger Rabbitt? así que Gale escribió en solitario un primer tratamiento para la segunda película, cuyo tercer acto se desarrollaría en los años sesenta. Habría sido, sin duda, interesante de ver, pero Zemeckis decidió, con bastante buen sentido, que la secuela les ofrecía la oportunidad de revisitar la primera parte y volver a contarla parcialmente desde otro punto de vista, creando así una interesante trama de paradojas y cuasi-paradojas que aún no ha sido superada en el cine de ciencia ficción.

La premisa argumental, por otro lado, ese 1985 alternativo en el que Biff se ha convertido en todopoderoso y George McFly ha muerto, vino motivada por algo tan nimio como el hecho de que el actor que había encarnado al padre de Marty en la entrega anterior no aceptó las condiciones que se le ofrecían para participar en la secuela. Gale se dijo: “de acuerdo, mataremos al personaje”. De ahí pasó a preguntarse “¿cómo?” para finalmente desarrollar esa enloquecida trama en torno al almanaque deportivo que motiva toda la segunda película.

En la tercera entrega decidieron que la historia se centrase en “Doc” Brown, al igual que las anteriores habían girado alrededor de la familia pasada y futura de Marty (por cierto que, para ser el protagonista de la serie, es el personaje que menos cambia y al que menos se explora: funciona más como pivote para que ocurran las cosas que como auténtico personaje). La cuestión a resolver era, en apariencia, simple: ¿De qué clase de mujer se enamoraría un hombre como ése y, sobre todo, qué clase de mujer se enamoraría de un hombre así? A eso, por supuesto, había que añadir un nuevo viaje temporal que, por la manía de los guionistas de usar números redondos, convertiría el 1985 (que es el “presente” de toda la saga, como hemos dicho) en 1885 por el sencillo procedimiento de restar cien años.

Gale confiesa que siempre quiso rodar un western y la tercera entrega de Regreso al futuro le da la oportunidad de hacer realidad su sueño. Y es lo que ruedan, un western autoconsciente, posmoderno en cierto sentido, lleno de referencias al género: desde las más clásicas (el traje que Marty se pone para viajar a 1885, sacado directamente de las películas de Roy Rogers, y el happy trails con el que el “Doc” de 1955 le despide) al spagueti western de los años setenta, con el poncho (en realidad, el jorongo) y el sombrero que Marty le ha robado a Clint Eastwood junto con el nombre y que lleva durante casi toda su estancia en el Oeste.

Pero no olvidan que están haciendo ciencia ficción, que la película va de viajes en el tiempo, y es precisamente en el elemento romántico de la película donde vemos cómo los guionistas resuelven elegantemente esos temas, con la aparición de esa Mary Steenburgen (actriz que parece abonada a los romances con los viajeros en el tiempo) que debería haber muerto nada más llegar a Hill Valley y que se convierte en el amor de “Doc”.

Regreso al futuro es una de las grandes sagas de ciencia ficción de todos los tiempos, con una historia muy bien equilibrada en la que los aspectos aventureros, humorísticos y de ciencia ficción se conjuntan a la perfección para darnos tres de las películas más divertidas e interesantes del género. Especialmente su segunda parte es casi un manual de cómo crear y resolver paradojas, con ocasionales toques de carrusel enloquecido (hay momentos en que son dos Martys de distintos periodos temporales los que entran en contacto con los personajes de 1955 y están a punto de entrar en contacto consigo mismos). Son tres películas llenas de referencias y guiños muy bien resueltos, por no mencionar la cuidadosa y plausible (que no necesariamente realista) reconstrucción de una época, algo que parece haberse convertido en la marca de fábrica de Zemeckis como director: basta mencionar su Forrest Gump o su ¿Quién engañó a Roger Rabbit?.

Termino comentando algunas curiosidades. La primera que, si uno se fija mucho, en la segunda entrega podrá ver una breve aparición de un jovencísimo Elijah Wood. Una pista: es en el año 2015. También verá a Billy Zane (el malvado ricachón de Titanic, entre otras películas) como uno de los sicarios de Biff en 1955. Recomiendo también no perderse el cameo de Huey Lewis (responsable del Power of Love que acompañaba los créditos de la primera película) como el profesor encargado de decirle a Marty que su grupo de música es demasiado ruidoso para los estándares del instituto. Y, para terminar, las breves apariciones de los tres secundarios del western de toda la vida que se pasan toda la tercera entrega en el saloon convertidos en versiones de frontera americana de los tres viejecitos de Astérix en Córcega.